No podemos estar ajenos a la realidad que el contexto montañero de nuestro entorno, vive desde hace años una severa transformación, de aquellos tiempos de la actividad amateur, en los que solo buscábamos una cumbre, un paso difícil, conocer gente y/o lugares, queda muy poco. En esos días, antes de viajar a un monte llamábamos al Club Andino más cercano y allí no solo conseguíamos buena información, sino, que como pasaba muchas veces, alojamiento y amistad. Hace menos de un año llamé a un Club para conocer las condiciones de una ruta, y lo que conseguí fue el teléfono y la pagina web de un guía del lugar.
Hoy parece que el destino y proyección de los jóvenes que se suman a las actividades, no es otro que el de convertirse en guías de montaña, se está perdiendo el sentido de las actividades deportivas amateurs, incluso les pasa a algunos muchachos de esta nueva tendencia, que inscriben nuevas rutas en algunas montañas, solo porque no sabían que otros ya las habían conquistado tiempo atrás, motiva esto el desinterés por las tradiciones y el deprecio por los pioneros. No me parece bueno lo que ocurre, no contribuye a nada llenar las montañas de gente que llega allí por los mismos motivos que visitaría un casino o las playas de Hawai.
El trabajo de las compañías de turismo aventura ha convertido el montañismo en algo muy diferente a un deporte, y no es otra cosa que su trabajo, pero proponer que ese sea el único camino, es un asunto diferente, querer hacerlo a través de promociones y publicidades es su responsabilidad, pero trabajar para imponer regulaciones, como se intenta a menudo en estas latitudes, es algo definitivamente nefasto para el desarrollo de las actividades de los clubes, y en fin de los que aman este deporte más allá de las utilidades económicas, los que están cerca del conjunto de valores que definen al alpinismo clásico, deportivo y amateur.
Toni Rodriguez.
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